lunes, 30 de enero de 2012

Immortals: Sangriento festín divino


Las distintas mitologías, pero principalmente la griega y la romana, se han convertido en una inagotable fuente proveedora de historias y aventuras que el cine no ha pasado por alto y a la que le ha dedicado gran cantidad de adaptaciones que han tenido a los dioses como sus principales protagonistas.
Es que las licenciosas vidas de las deidades (tipos que sin dudas sabían cómo pasarla bien), sumadas a las innumerables y épicas confrontaciones en las que se vieron envueltos, se transformaron en el combo perfecto para los amantes de la acción, los viajes fantásticos y la lujuria divina.
Desde Jason and the Argonauts (Jasón y los Argonautas)  hasta la remake de Clash of the Titans (Furia de Titanes)  pasando por Percy Jackson & The Olimpians The Lightning Thief (Percy Jackson y el ladrón del rayo) y por qué no Thor (inspirada en personajes de la mitología nórdica), varios directores decidieron probar suerte adentrándose en las andanzas de estos seres todopoderosos, decorando cada una de sus superproducciones con los correspondientes y ampulosos efectos especiales.
Immortals (Inmortales) es la nueva apuesta de Relativity Media que vuelve a irrumpir en el conventillo olímpico para traernos un filme que impresiona desde lo visual, pero que se queda a mitad de camino en lo narrativo.
Resulta que el despiadado Rey Hiperión (encarnado por el revaluado y cada vez más desfigurado Mickey Rourke) anda en busca del arco perdido de Epiro, una mítica arma fabricada por Ares (Daniel Sharman) que le permitirá liberar a los poderosos Titanes (que se hayan confinados al Monte Tártaro desde el principios de los tiempos y están más calientes que pata de camello) y derrocar a los dioses para hacerse con el control del universo.
La ley sagrada les prohíbe a los dioses entrometerse en los conflictos humanos, por lo que la única esperanza para detener a Hiperión reside en un joven albañil llamado Teseo (Henry Cavill, pero sin los poderes de Superman) que deberá juntar coraje y liderar a los griegos en la batalla.
El responsable de esta nueva y épica confrontación no es otro que el indio Tarsem Singh que actualmente se encuentra dándole los últimos toques a Mirror Mirror, su versión del clásico infantil Blancanieves (una de las dos que se podrán ver este año). Dueño de una estética inconfundible, Singh vuelve a impactar con el despliegue visual al que nos tiene acostumbrados, aunque con las mismas falencias argumentativas de siempre.
Se nota a la legua la influencia de los productores de 300 que volvieron a meter mano para armar otro violento festín de sangre y abdominales en el que las licencias en torno al clásico mito de Teseo se repiten una y otra vez, pero sin aportar nada atractivo.
Bastante que desear dejan Zeus y toda su troupe de dioses y semidioses que se asemejan más a un grupo musical adolescente que a los gobernantes del Olimpo. En la misma sintonía aparecen los Titanes, representados como una populosa banda de malvivientes escapada de una especie de metegol (fulbito) y no como la terrible horda de enormes monstruos que verdaderamente son.
En resumidas cuentas, Immortals ofrece un brutal derroche de sangre y muerte en el que abundan las piñas, las patadas y los desmembramientos, aunque sin una historia homogénea y atractiva en la cual encajar.
Esta vez los dioses muestran la hilacha y demuestran que, lejos de ser perfectos, son capaces de dejarnos con ganas de algo más.




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