Me aventuré a escribir esta nota sobre “La dama de negro” (The Woman in Black), nuevo thriller a cargo de la mítica y resucitada Hammer Films, con la firme intención de no hacer referencia al “mágico” pasado de su protagonista principal, Daniel Radcliffe.
Pero, luego de darle varias vueltas en mi cabeza, caí en la cuenta de que es prácticamente imposible hablar de cualquier proyecto que involucre al ex Harry Potter sin hacer mención al papel que lo lanzara a la fama y que lo mantuviera al tope del estrellato durante algo más de diez años. Si hasta resulta difícil ver el tráiler de esta cinta sin esperar la repentina aparición de la “Saeta de Fuego”, o de Ron y Hermione, sus inseparables amigos.
Lo cierto es que el niño ha crecido y ahora está dedicado de lleno a la ardua tarea de despegarse del personaje que tantas alegrías le dio, para no terminar convertido en el Macaulay Culkin del nuevo milenio.
Su primera incursión cinematográfica post-Hogwarts lo muestra en la piel de Arthur Kipp, un joven abogado que debe viajar de imprevisto a un pequeño pueblo inglés para hacerse cargo de los asuntos legales de un cliente que ha pasado a mejor vida.
El tema está en que, al llegar al lugar, Arthur se encuentra con que sus habitantes están siendo aterrorizados por el vengativo fantasma de una mujer desaparecida ya hace un tiempo: la famosa Dama de Negro, una especie de aparición que, si bien no es Lord Voldemort, le complicará bastante las cosas al protagonista y le hará pegar varios julepes a más de un incauto espectador.
Con este título, la Hammer apuesta fuerte a un verdadero suceso literario (escrito por Susan Hill a comienzos de los ’80) con el que espera recuperar algo de ese prestigio de épocas pasadas que la colocó en un lugar privilegiado del corazón de los fanáticos del cine de terror.
Estamos en presencia de un filme que no sorprenderá a nadie por sus giros inesperados, pero que, a pesar de ello, termina siendo una correcta adaptación en la que el suspenso y la tensión se mantienen constantes, y en la que la productora británica se muestra bastante fiel a sus austeras raíces.
La dirección recayó en manos de James Watkins, un completo ignoto para muchos, pero no para los amantes del género que ya vieron lo que es capaz de hacer con pocos recursos en la sorprendente “Silencio en el lago” (Eden Lake). El guión corre por cuenta de Jane Goldman, alguien que viene dando que hablar junto al cada vez más afianzado Matthew Vaughn (“Kick-Ass”, “X-Men: First Class”).
Con la colaboración de una correcta banda de sonido a cargo de Marco Beltrami, Watkins logra recrear una atmósfera gótica bastante densa que por momentos nos remite a obras como “Los otros” (The Others) de Alejandro Amenábar o “La leyenda del jinete sin cabeza” (Sleepy Hollow) del genial Tim Burton.
Todo esto y muy poco más le alcanza a “La dama de negro” para ser una cinta correcta que, a pesar de caer en varios clichés, cumple con unas expectativas que, por lo que se había podido observar en los adelantos, nunca fueron demasiado elevadas.
El terror vuelve a demostrar que hay algo de vida más allá de los “mockumentary” y la cámara en mano, y que se puede ser efectivo aún sin la espectacularidad de los grandes estudios hollywoodenses. Esa que tanto nos gusta, pero que a veces nos agobia.
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